sábado, 29 de septiembre de 2007

Partir

Las costumbres siempre se rinden frente a los puntos partida. Dar el primer paso siempre va en contra de vientos y comportamientos, a veces huelen un poco desagradable para el orgullo y tienen un sabor vertiginoso para el equilibrio. Es inevitable, cualquier comienzo es agresivo y requiere de energias externas para nacer.

No pretendo publicar aqui mis sueños, que pueden parecer historias o relatos. Parto no con lo que me motivó para llegar hasta aquí, ni con lo que me di cuenta que podía hacer. Han sido las consecuencias de esas casualidades en ciertas escenas las que me llevaron a darme cuenta de ciertas cosas.

Cabe destacar que todos los procesos o formas en que se lleve a cabo algo dependen mucho de cada uno de nosotros, todos tenemos nuestras formas de hacer las cosas, que por lo demás, son bien intimas. Es por ello que el siguiente (texto) es tan solo una introducción y por supuesto, nunca será el único camino para lograr o cumplir algo.

"El día estaba despejado, las nubes hacían su gracia con un contraste bien agradable con el cielo azul, había un viento de esos que no se sienten al menos que te detengas. Entraba a un establecimiento (un colegio, color blanco de un piso) que tiene un patio con mucho pasto y una multi cancha. El patio estaba en desnivel siendo la cancha la plataforma más alta y bajando con una pendiente leve de unos 50 metros para cambiar a piso plano. La puerta para salir del establecimiento está en la parte de la pendiente (al medio) y tiene un camino para llegar a la Cancha.

Me encontraba ahí con varias personas, señoras todas, apoderadas de los alumnos de ese colegio. Venían a aprender. El sitio, todo, se veía despejado, la pendiente era ideal para ensayar. Una vez reunidos teníamos que saber más o menos lo que teníamos que hacer"

[...]

Primero hay que tomar conciencia de todo el cuerpo, por lo general se parte sintiendo un cosquilleo un poco particular en las rodillas, es que gran parte de la energía se almacena allí. Luego se siente un impulso mezclado con entusiasmo en el pecho. Porque es él quien siente como el cuerpo se eleva. Sentir no quiere decir que sea una consciencia de algún proceso o que exista un esfuerzo de por medio, el pecho funciona como simple receptor de las sensaciones y por supuesto puede que no sea el único lugar del cuerpo ni precisamente la única fuente de conciencia para el movimiento.

No es obligación estirar los brazos, ni mirar hacia alguna dirección determinada. Sin embargo, podemos mirar tanto para abajo como para ver como el cuerpo y los pies se despegan del suelo o hacia arriba como para sentir como nos elevamos de a poco.

Es posible que debamos caminar un poco para poder comenzar, esto para sentir nuestras piernas, si es necesario correr, también.

[...]

"Todo comenzó bien, habían personas que aprendían rápido y otras que les costaba un poco, algunas corrían toda la pendiente para sentir sus piernas y finalmente podían elevarse, otras en la misma cancha, lugar donde nos reuníamos, podían elevarse y sentarse cómodamente en el aro de basquetbol, luego bajar o quedarse ahí un rato, el contexto y la interacción permitía eliminar la vergüenza de cualquier instancia. Algunas personas intentaban todo, corrían y no les salía nada, su orgullo adulto parecía no dejarlas libres de la vergüenza, del juicio, de la libertad. Yo, frente a mis diecinueve años no podía hacer mucho ya que no sabia como responder frente esto.

Desafortunadamente, dos señoras entraron a la sala desconcertadas. Las otras con algo de esfuerzo pudieron lograrlo, no para que fuera una actividad o una costumbre, sino que al menos para experimentar algo tan abstracto como el sentir el viento por todas las partes del cuerpo.

Una de las dos señoras estaba más desesperada que la otra al punto de llorar, su desilusión llegaba al borde de la amargura, caso casi típico que la edad nos hace sentir. No pude hacer mucho más que calmarla y explicarle que..."

[...] 

Todo lo que hacemos, creemos, creamos o percibimos es puramente personal, intimo e intransferible. Es por esta razón que cada uno busca el estado adecuado, sin palabras o las razones, sino el simple estado emocional para poder hacer que nuestros sueños se cumplan.

Todos tenemos nuestros propios métodos, porque todos percibimos la esencia de las ideas de forma diferente, y esto es una explicación tan natural como inevitable. La enseñanza puede llegar a ser completamente nula, pues lo que queremos decir, explicar o dar a conocer siempre será diferente para alguien, por más palabras o razones que uno gaste e invierta, por más momentos que uno cree, todo siempre será diferente. Y no es el gobierno del conocimiento el que entra en crisis con esta afirmación, sino la diversidad en la simplicidad que emerge en la realidad.  Somos tan distintos como olores tiene el mundo. Ya en el comienzo de la sutileza yacen las diferencias. Por esto, lo que importa en realidad es experimentar esas instancias para ver si podemos adaptarnos a ellas y seguirlas.

[...]

"Expliqué todo esto sin palabras y sólo con un abraso. Lo mejor no fue que me hayan dicho que me entendieron todo con palabras o afirmaciones, sino que me demostraron con la mirada.

Así termino ese día. porque cuando comenzó todo fue por la mañana, cuando las cosas se pusieron medias complicadas, inevitablemente hizo que el tiempo avanzara para que todo terminara a eso de las tres de la tarde."